sábado, 27 de abril de 2013

Armando Villanueva del Campo





Cuando entré a militar en el viejo Sector 9º B, hoy 5º B, en el distrito de Breña, tuve la suerte de ser recibido por viejos apristas, en la época de la dictadura era el único joven que asistía a todas las asambleas del Sector, de esos viejos apristas aprendí los valores, los principios, la tenacidad para mantener ideales, la pureza de un espíritu forjado en luchas que sólo buscaban la libertad, la justicia social, que el Perú sea grande, ninguno de ellos hizo política pensando en un puesto público, ninguno de ellos aspiró a un cargo dirigencial para satisfacer su vanidad, sufrieron cárcel, persecución y destierro, sacrificaron a sus familias por un país mejor, más justo, más solidario.
Con el devenir de los años fui asumiendo responsabilidades políticas, aquellos viejos fueron yéndose a la gloria y a la inmortalidad, pero un hombre me recordaba permanente sus enseñanzas, su tenacidad, su alegría, era Armando Villanueva, presente a pesar de sus años, lúcido, luchador inacabable, contador de anécdotas, cómo no sonreír y quererlo al verlo en las actividades del Partido, como no enternecerse ante sus gestos de genuina lealtad, como no llorar, al escucharlo en una entrevista en la radio, repetir un viejo lema, uno, dos y tres, el APRA otra vez, cómo no quererte Armando, si significabas lo puro del APRA, su más caro ideal, las cárceles cantando por los anhelos de libertad, los jóvenes ideales que nunca mueren, en los que todavía creemos, por los que todavía luchamos, como no quererte Armando, si al verte podíamos creer que el APRA de Haya, de Prialé, de Sánchez, de Seoane, de Espelucín, podía existir, debía existir.
Hoy Armando, estás con ellos, tu obra, no ha terminado, y no ha terminado porque les sobreviviste a ellos para que podamos tenerte como ejemplo vivo, y un ejemplo vivo como el tuyo o como el de Haya nunca muere, serás una llama en nuestro corazón, y cada vez que se canse el cuerpo, esa llama se inflamará para decirnos continúa, lucha, no te rindas, no te canses, y seguiremos Armando, no lo dudes, porque hombres como tú no mueren, viven en los corazones y en la acción que lleva a la eternidad.
Con enorme cariño y afecto.

Porque cuando un Aprista muere ¡Nunca muere! Armando vive con su pueblo!!



Efraín Quino Tello
Sec. Gral. CED-PAP-BREÑA

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